(Campeón de la sonrisa, periodista del carajo, tipazo en cada encuentro, Jorge “Topo” López murió el 9 de julio del 2014, en pleno Mundial de Brasil. Uno de sus amigos, Javier Saviola, incluye a ese cronista de los goles y de la vida en su cuento “Mi gran maestro”, que está publicado en Pelota de Papel de 2, con prólogo de Veronica Brunati, la compañera del Topo. Va un tramo. Es tan lindo como recordar al Topo)

A las puertas de mi casa ya no golpeaban para el “dale, vamos” de la infancia. Ahora golpeaban la puerta los periodistas. Y uno en especial, se convirtió en un habitué de los almuerzos en mi casa, y de las milanesas de mi mamá. Era el Topo López. Solo tenía unos años más que mis 18 y tuvimos química enseguida. Con el tiempo descubrí que él también era como yo un fanático de atreverse a soñar. No del programa y sí de la vida a favor de los sueños. Traía dos cosas: su sonrisa y su humor, y esa vocación de periodista tenaz, inquisidor, que daba lo mejor de sí mismo para lograr su sueño. El Topito o Topex, como yo lo llamaba para ser cómplice con su gran sentido del humor, se entrelazaba fenómeno con mi vocación de sueños. Y como era dueño de un oído buenísimo y le sobraba lealtad, sabía plasmarlos como nadie en las páginas del diario para el que trabajaba.

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