Independiente y su Cordobazo Inmortal
Hace 45 años el Rojo salía campeón después de que el árbitro le expulsara a tres jugadores y le convalidara a Talleres un gol con la mano. Este fragmento del libro “El partido rojo” cuenta como los diarios cordobeses ya estaban impresos con el título “Talleres campeón”.
Existen por lo menos tres fotos que delatan a Bocanelli y su gol con la mano. Salieron publicadas en las revistas El Gráfico y Goles, son en blanco y negro y muestran el momento en que el delantero de Talleres salta con el brazo estirado para darle a la pelota. En esas imágenes, Bocanelli y el Beto Outes están en el aire, disputan con la cabeza un centro que cayó en el área chica, ahí nomás aparece Villaverde, y un metro más alejado, Bravo. Rigante sigue la jugada clavado en la línea y a su lado Trossero no le quita la vista a la pelota. Son los testigos más cercanos del engaño. Las fotos, tomadas desde distintos ángulos, muestran cuando la pelota ya pegó en el puño, salió impulsada al arco y Bocanelli todavía mantiene el brazo izquierdo estirado.
Hay otra foto de El Gráfico que si bien no es una prueba contundente de la trampa, muestra un indicio revelador. La tomaron desde el techo de la platea lateral de la cancha un segundo después del puñetazo. El plano es abierto, se ve toda el área. No se detectan detalles, pero sí las reacciones de los protagonistas. Ahí está el valor de esta imagen. La pelota descansa en el arco y hay cuatro jugadores de Talleres que toman impulso para arrancar las corridas del festejo. Pero lo más notable son los ocho de Independiente que están dentro del área. Tienen los brazos levantados, en el clásico gesto que marca que ahí hubo una jugada ilícita. Es una reacción sin premeditar, un impulso instintivo, sincero. Los ocho jugadores de Independiente reclaman, los ocho vieron el fraude. La de Bocanelli no fue la mano de Dios.
No fue la Mano de Dios
Para los periodistas que cubrieron la final en la cancha de Talleres las cosas no son tan claras. Es probable que desde el sector donde están ubicados no hayan tenido un buen ángulo para ver lo que ocurrió en el área, o que la poca intensidad de la luz del estadio les haya dificultado la visión a la distancia. Lo cierto es que al día siguiente ni Clarín, ni La Nación, ni Crónica ni Popular confirman que el gol de Bocanelli haya sido con la mano. A lo sumo plantean ciertas dudas sostenidas en la reacción de los jugadores del Rojo: que todos hayan reclamado, y que ese reclamo haya sido tan terminante habrá sido por algo. En el vespertino local Córdoba describen cuando “Bocanelli se zambulló para el tanto que desató la polémica”.
En El Gráfico también plantearon seis días después que no vieron la falta del delantero de Talleres. El único medio que se la juega es la revista Goles: desde el título de la tapa (“La mano de Bocanelli”) y una nota firmada por Osvaldo Ardizzone que menciona “el puñetazo de Bocanelli”. En la misma edición de Goles, el propio protagonista intenta contradecir las evidencias: “¿Con la mano? No, para nada. Yo puse la cabeza y la pelota entró”, miente Bocanelli. Y además se lamenta: “Pero eso no tiene ninguna importancia. Perdimos y a otra cosa. Esto no puede ser, en el segundo gol ellos tocaban, se iban, se iban y ninguno de nosotros los bajaban”.
Ramón Gómez es redactor de la sección Deportes del diario Córdoba, un vespertino que los canillitas vocean junto con Crónica y La Razón. Antes de que se jugara la final entre Talleres e Independiente, Gómez se entera de algo y lo tiene que contar. La versión que le llegó es demasiado fuerte, siente que debe compartirla. No tiene pruebas ni evidencias, por supuesto, pero está seguro de algo: “El partido está arreglado para Talleres”. Esta bendita final es el único tema posible en una redacción cada vez más alborotada. Y es también la obsesión de Ramón. “Talleres va a chorear la final”, insiste.
El periodista ya se imagina la fiesta que habrá en la ciudad después del miércoles 25, y piensa también en la cobertura que va a hacer de ese episodio histórico. Sin embargo, unos días antes le transmiten una disposición de la dirección del diario: se debe tomar vacaciones. Esa licencia compulsiva responde a un solo motivo: en el diario lo consideran anti Talleres. El periodista se pierde la cobertura, pero de todos modos va a la cancha. Saca una platea para evitar el palco de prensa. Desde ahí es testigo de todo lo que ocurre.
Cuando Barreiro expulsa a los tres jugadores de Independiente, en la cara se le dibuja una sonrisa irónica. Una semana después de la final, Ramón Gómez se cruza con Bocanelli en la puerta de la cancha de Talleres. Hablan de la derrota, de la frustración, de lo increíble que fue ese partido. El periodista le comenta que muchos hinchas le reclaman los goles que se perdió por querer definir en vez de pasarle la pelota a sus compañeros que llegaban sin marca. Bocanelli ni siquiera insinúa un indicio de autocrítica: “Los hinchas no saben nada. Soy delantero, y lo único que queremos los delanteros es hacer goles. Si volviera a jugar ese partido, haría lo mismo”. La charla deriva en un tema inevitable: el gol. Y Bocanelli se sincera. Al día siguiente, sale la nota con un título categórico: “Sí, lo hice con la mano”. El testimonio, por supuesto, rebota en todos los diarios de alcance nacional. Es un aporte más a la polémica que se armó sobre esa final, un aporte que de alguna manera justifica la reacción de los jugadores de Independiente justo cuando el Tribunal de Disciplina está por definir las penas.
Esa entrevista del diario Córdoba se convierte en la única vez que Bocanelli reconoce la trampa. A partir de ese momento, contradice de manera sistemática aquella confesión. Cada vez que se cumple un aniversario de la final y lo convocan para alguna nota evocativa, niega el puñetazo. La última refutación la publica el diario La Voz del Interior el 25 de enero de 2017, 39 años después. “Me inventaron que hice un gol con la mano”, es el título. Y Bocanelli intenta un descargo: “Siempre dije que fue con la cabeza y ya no cambia nada. Me voy a morir y van a seguir diciendo que lo hice con la mano y hasta ese día lo seguiré negando. Al referí Barreiro lo encontré varios años después, en un partido en el que vino como cuarto árbitro. Me hizo llamar al vestuario y me preguntó: ‘Ángel, para mi tranquilidad, quiero que me diga la verdad, ¿el gol fue con la mano?’. Yo le respondí: ‘Maestro, quédese tranquilo que usted cobró lo que tenía que cobrar. Se lo digo ahora y lo digo siempre, el gol fue de cabeza’”.
“Talleres campeón”
Otro de los mitos que rodean la final de este Nacional es que los diarios ya estaban impresos con los titulares del campeonato que se suponía iba a ganar Talleres. El diario Córdoba ya tenía listos los típicos posters de celebración del torneo. El equipo formado sobre el campo de juego de La Boutique y la leyenda “Talleres campeón”. Después de la derrota, y como para justificar la inversión, le agregaron “Sub”. El periodista Ramón Gómez recuerda la anécdota con sarcasmo.
—¿Es cierto, entonces? ¿Vos los viste?
—Por supuesto, en la redacción todos vimos esos posters que decían “Talleres campeón”.
Además de los posters, el vespertino Córdoba había preparado un suplemento especial dedicado a Talleres campeón. Estaban las notas hechas, con el detalle de la campaña y la historia de los héroes. Solo quedaba la tapa, que pensaban ilustrar con una foto de los campeones en pleno festejo. La contratapa estaba escrita por un joven Alfredo Leuco y era un texto con detalles y anécdotas de ese equipo memorable. Al final, Leuco tuvo que escribir de apuro una nota que tituló “Miércoles de ceniza”, una crónica de la derrota y el desencanto de los hinchas.
En el resto de los diarios locales ocurrió algo similar. Hay cuestiones técnicas que, de alguna manera, justifican la antelación: el partido iba a terminar después de las once de la noche y las rotativas no iban a llegar a tiempo para imprimir todo. Lo que ocurrió en las redacciones, entonces, fue que armaron suplementos de celebración del campeonato, los imprimieron y esperaron que todo saliera según lo previsto.
El diario Los Principios imprimió miles de ejemplares de un suplemento de veinte páginas con la campaña de Talleres, fotos, historias, entrevistas y un despliegue que hasta incluía avisos de anunciantes que felicitaban al “Talleres campeón”. Por supuesto, fue un desperdicio. En La Voz del Interior también se apuraron a imprimir y tuvieron que desechar material. Aunque después reciclaron parte del contenido. En el suplemento que salió a la calle muchas notas que ya estaban preparadas aparecen con los títulos modificados, y en los avisos que saludan al “campeón” le agregaron el “sub”.