Fin a la maldición del campeón
Mbappé, a los 16 minutos y 40m. del segundo tiempo, conquisto los goles de Francia, mientras que el dinamarqués Andreas Christensen, a las 22m. de la misma etapa, marcó el empate momentáneo para Dinamarca.
Con este resultado, Francia, que goleó a Australia, por 4 a 1 en la jornada inaugural de la zona, quedó con 6 puntos y Dinamarca 1.
Como se analizaba en la previa, Francia y Dinamarca dejaron en claro que el buen trato de la pelota y la prevalencia de lo técnico, en cada momento en el que entraron en contacto, se hicieron presentes.
El conjunto francés estableció las reglas de la dinámica del juego, mostró sus credenciales con la velocidad de sus delanteros, el buen control y técnica de sus mediocampistas y sobre todo acorraló a Dinamarca, que en los antecedentes cercanos le propinó dos derrotas.
La sociedad formada por Mbappé, de enorme Mundial hasta el momento, y Theo Hernández -pasó todo el tiempo al ataque por su banda-, dañó al fondo de Dinamarca en los minutos iniciales.
Dinamarca reposó en Christian Eriksen, su líder emocional y futbolístico. Es que en cada intervención generó espacios y buenas descargas para sus compañeros, a los que les costó imponerse en el duelo físico con el fondo galo.
Pocos minutos le alcanzaron a Kasper Schmeichel para convertirse en figura y en el principal escudo de los dinamarqueses ante cada ataque francés. Los dirigidos por Didier Deschamps se adueñaron de cada duelo individual: velocidad, asociación, presión y juego aéreo.
Sobre el cierre del primer tiempo, la imagen cambió y ya no se volvió tan repetitivo observar a Schmeichel revolcándose y a los defensores daneses sufriendo a Mbappé -jugó a otro deporte y a un ritmo imposible-. La baja del ritmo le cerró por todos lados a Dinamarca, que respiró con el final de la primera etapa y vio el 0 a 0 en el marcador.
El descanso le permitió acomodar las piezas a Dinamarca, ya la posesión se volvió repartida aunque se encendieron las alarmas de los espacios en el fondo: un escenario ideal para buscar a Mbappé con pelotas largas a las espaldas de los grandotes del fondo danés.
Y justamente la figura de Paris Saint Germain despegó en una contra, condujo por su costado y en una gran jugada colectiva definió luego de la asistencia de Theo Hernández en la síntesis de una ejecución perfecta.
Todo era una fiesta para los campeones, que sufrieron poco y nada en su área, pero Dinamarca aprovechó tal vez el único aspecto en el que podía ser mejor que un rival con herramientas sobradas: la pelota parada en ataque con un cabezazo de Andreas Christensen.
El gol cambió los planes: Dinamarca pasó a un 5-4-1 firme y Francia a un 4-2-4 con intérpretes ofensivos y adelantó a Adrien Rabiot, con su habitual capacidad para romper líneas.
La piezas quedaron acomodadas en el tablero y cambiaron ataque por ataque. Dinamarca, con su técnica, y Francia con todos los elogios sabidos, animaron un cierre a pura emoción y con falta de contundencia.
De hecho, apareció nuevamente Mbappé, con una diagonal notable y aprovechó una salida tardía del arquero rival para meter a Francia en octavos de final y con el liderazgo casi asegurado.
En la próxima fecha, Francia se enfrentará a Túnez (un punto) y Dinamarca a Australia (tres unidades) para definir las posiciones finales de la zona, de donde saldrán los rivales del grupo C, que integra Argentina.