Corazón
1) El maestro del corazón Roberto Jorge Santoro, que enseñó que la pelota es poesía, le explicó al mundo una verdad llena de corazón, una verdad que se hace gloria ahora en la carita de esa muchacha que festeja en la tormenta: “El corazón sabe algo más porque me duele”.
2) El maestro del corazón Luis Alberto Spinetta, que le puso letras y notas a canciones que parecen soñadas para la Selección Argentina, le regaló al Mundial una verdad plena de corazón que se torna ya en certeza en los brazos cortos de esa criatura que se cuelga conmovida de los brazos largos de su viejo: “Habrá que seguir y seguir y seguir/ y seguir pidiendo por siempre/ un asilo en tu corazón”.
3) Los maestros del corazón que conforman La Renga, que le hablaron de la libertad a multitudes con una energía idéntica a la que esas multitudes depositan en Messi, le entregaron a pibas y a pibes de unas cuantas generaciones una verdad desbordante de corazón que se hace carne y hueso y fiesta hoy en labios pintados en celeste y en blanco: “Y ahora solo un camino he de caminar/ Cualquier camino que tenga corazón”.
4) El maestro del corazón Manu Moretti y sus Estelares, que les dieron música a las tribunas porque sus temas registran la respiración de la gente anónima, pronunciaron una verdad merecedora del corazón que seguro suena en el alma de los futbolistas que brillan en Qatar, una verdad a la que hay que viajar mil noches cuando la ruta entrega un guiño torcido, te embocan un gol en la jugada última y se necesita coraje para volver a intentar, una verdad que siempre será una verdad: “Y recordé todo/ especialmente el corazón/ el corazón sobre todo”.
5) La maestra del corazón que es una señora suelta que mueve una banderita enfrente de nuestra casa, en este instante, despatarra una sonrisa dentro de la que cabe el arte de Santoro, de Spinetta, de La Renga y de Estelares y también cabe una verdad del corazón que abrevia lo que de tanto en tanto es el fútbol, lo que de tanto en tanto es la vida, lo que es este día entre los días, lo que dan ganas de repetir con ella, más acá de cualquier pasado y más allá de cualquier futuro, en medio de una felicidad tan fugaz como eterna: “Gracias de corazón”.