Asian Town se llama el lugar. Queda a unos 35 kilómetros del centro de Doha. Allá vamos. Una hora de Metro y 20 minutos de Uber .Ahi viven cientos de inmigrantes, en palomares de tres pisos,, construcciones modestas, sólidas, grises, valladas a las que no se puede acceder si no sos residente.

Barrio cerrado, vendría a ser, aunque en otro contexto. Nos cuentan que conviven cuatro por cada habitación que tiene cocina y baño. Todos hombres, obreros de la construcción en su mayoría, de Bangladesh, Sry Lanka, la India, Paquistán y otros países de por ahí.

Tienen para ellos un par d e centros comerciales en los que se vende de todo y en los que se puede comer por la cuarta o quinta parte de lo que se paga , por ejemplo en la Perla. Un arroz con curry en un restaurante indio ( inútil pedir not spicy, igual será picante )y una gaseosa cuesta menos de 5 dólares.

También tienen un estadio de criquet con capacidad para unas 15 mil personas en la que se instaló una pantalla gigante para ver los partidos del Mundial. Fuimos a ver Croacia-Marruecos. En las tribunas, unas mil personas, en los alrededores de la pantalla en el campo de juego otras mil sentadas. Fuimos sin la credencial de periodistas y con la camiseta argentina, con la esperanza de que seríamos bien recibidos. Y asi fue claro.

Todos nos auguraban buena suerte con los franceses, El chofer del Uber que nos trajo de vuelta, un bangladesí muy simpático nos pidió permiso para hacer una selfie y le comentó por el celular a un amigo que viajaba con argentinos y a cada diez palabras nombraba a Messi. En la fan fest asiática no había , como era de imaginar, ninguna mujer , la única presencia femenina fue la de una presentadora que en el entretiempo anunció que tocaría en un escenario montado ahí mismo, una banda. El mismo concepto de show en continuado que impera en todos lados: apenas se para la pelota suponen que la gente necesita entretenerse con algo. Los espectadores gritaron mucho el gol de Marruecos, alentaron un poco en el último tramo del partido y se fueron en silencio a sus cuevas al final.

Mañana no trabajarán porque es feriado nacional, pero el lunes reiniciarán el yugo. Ganan poco, pero dicen que mucho más de lo que embolsarían en su países y gran parte del dinero que obtienen lo giran para sus familias desde una casa de cambio que funciona a full en uno de los centros comerciales. Mañana serán miles los que verán el partido de Argentina y Francia y todos tienen claro por quien hay que hinchar.

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