¡Cómo lo chorearon a Uruguay!
Me dio mucha bronca porque me siento, desde siempre, hincha celeste. La mística del fútbol uruguayo es incomparable y bellísima.
Por otra parte, ¿cuál podría ser el interés geopolitico, deportivo o económico para perjudicarlo?
En estos casos (y en la inmensa mayoría de las situaciones de cualquier índole en la que la idea de una conspiración es tentadora) trato de pensar en lo que se dió en llamar “Principio de parsimonia”, “Principio de interés” o el mucho más lindo y literario “Navaja de Ockham”.
El enunciado dice que “una hipótesis es tanto mejor cuánto más explica con menos elementos teóricos”. O, mucho más fácil, ante la duda, la explicación más sencilla es la que mejores posibilidades tiene de ser la correcta.
Maradona solía descalificar a Havelange diciendo que era jugador de Waterpolo. Yo tiendo a pensar que esta dirigencia de FIFA, y por lo tanto las segundas y terceras líneas dirigenciales que trabajan con ella, entienden del juego menos aún que el waterpolista. Quizás entienden más de marketing, de diplomacia o de finanzas. Pero del producto que patrocinan -el fútbol- poco y nada.
Esa orfandad, tarde o temprano, se mete en los campos de juego y pasan cosas como las de hoy. Absurdas por la torpeza y la incomprensible forma en que se toman decisiones diferentes ante escenarios similares.
Creo, humildemente, que esa es la explicación más sencilla. Tendrán muchos conocimientos, pero futboleramente son unos analfabetos.