RECONOCERSE ES CURARSE UN POCO

Si falta alguna antinomia por nombrar, no se preocupe, cierto medio pelo de la sociedad argentina se agrieta sólo, o fabrica la antinomia, como sucede hoy, en este día que con mate en mano escribo estas palabras, en un feriado nacional. Parece que una parte de la población que se angustió, lloró, se abrazó a sus familiares y seres queridos, que puso el grito en el cielo en cada gol de Lio Messi, o en cada penal contenido por Emi Martínez, ahora resulta que el festejo no lo quiere, lo aborrece.

Y más si es un festejo popular, colectivo, con la gente en la calle. Cosa que eriza la piel del medio pelo, y de cierto periodismo hegemónico. Un gesto tan ambiguo como argentino.

La ruina de los comercios cerrados, la cantidad de plata que pierde el país en un día, la fomentación de la vagancia, la exégesis del festejo viene de aquellos que no pagaron un sueldo, (uno me escribió eso, y pensaba que él tampoco los paga, porque no tiene un solo empleado), que es una actitud típica del kirchnerismo, acto seguido dicen “así votan”.

Bueno la lista como verán es inmensa, de argumentos de “qué vergüenza el feriado” de la brigada anti festejo, que viene de festejar y tomar litros de alcohol dentro de su casa. De ambigüedades somos.

¿Qué decir de la Scaloneta?, ¿Qué contar de un flaco que no tuvo una gran trayectoria como futbolista?, ¿Cómo explicar que se sentó en el banco de la selección alguien que no tenía experiencia anterior de ningún tipo? Lionel Scaloni, de 44, nacido en Pujato, un pueblo santafesino, sin demasiado relieve. Casado, con dos hijos varones, y radicado desde 2009 en Mallorca, es el artífice de este logro, argentino y ambiguo.

Realiza las Inferiores en Newell´s, en 1997 recaló en Estudiantes de La Plata, antes de migrar a Europa en 1998, y jugar en el Deportivo La Coruña, West Ham, Lazio y Atalanta entre otros. Lo pinta de cuerpo entero, la anécdota de Daniel Córdoba, el exentrenador de Estudiantes de la Plata. Llegado desde Newell´s, Córdoba lo probaba de volante, y le explicaba las funciones, quería transformarlo más en un carrilero. Fue en uno de esos entrenamientos en pretemporada, que expresó el santafesino, “Profe mire que, si sale mal este año, ya está, me vuelvo a Pujato a laburar al campo con mi hermano”.

Ahí nace lo que vimos en esta Copa del Mundo de Scaloni, no le iba a temblar el pulso para tomar decisiones fuertes, ni en su vida, ni con su equipo. Así deja afuera a los jugadores que no encontró bien, o ¿acaso quien conocía a Emiliano dibu Martínez hace dos años atrás?, ¿Cómo va jugar Nahuel Molina de lateral?, Naa, Paredes no es cinco de contención, no puede jugar… Así con decisiones y firmeza Scaloni mostró estar a la altura, y dirigir jugadores que tenían más rodaje que el propio DT. Con humildad, perfil bajo y convicciones.

Tal vez el no estar condicionados por experiencias anteriores fue su fortaleza, su debut virginal, sin anteojeras, ni prerrogativas. ¿Antinómico no?, que el máximo cargo de entrenador del país a nivel nacional, lo dirija alguien que nunca dirigió. Tan antinómico, como festejar en tu casa, pero defenestrar un festejo colectivo, y un feriado para qué el pueblo celebre el logro con los jugadores. ¿Acaso no es el fútbol parte del acervo cultural de este país?

Ahí anda un equipo de hombres que alcanzan la gloria, el Dibu mostrando su premio al mejor arquero como si fuese su falo, y además atajando pelotas decisivas, la excelencia de Lio Messi, el gol colectivo en un par de toques a Francia, el juego lapidario contra Croacia, y también el ¡andá pa´allá, Bobo! de Lío, el meterle un pelotazo al banco como Paredes. ¿Pero que de todo esto nos representa, nos define, nos nombra? Todo, nos enuncia.

Somos todo eso, y de ahí radica la genialidad y la ambigüedad argentina. Tan ambiguo como permitir un festejo personal, pero conculcar una celebración multitudinaria en el Obelisco con los jugadores, o indignarse porque hoy es feriado. Somos argentinos, somos la ambigüedad, reconozcámonos, por ahí es terapéutico, por ahí nos reconocemos, nos aceptamos y nos curamos un poco.

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