(Pintura LPF 07/09/2022)

Mi abuela me pedía si le podía hacer unas compras en el almacén de la vuelta de casa. Me daba la lista y la plata. Iba, pedía, pagaba y le llevaba a mi abuela todo. Ella me agradecía con un beso y me daba el vuelto para comprar figuritas.

Con el manojo de billetes corría hasta el kiosco de Yoyo y me compraba todos los paquetes que me alcanzara. Con el pilón apretado con fuerza en la mano corría a mi casa. Buscaba el álbum, lo apoyaba sobre la mesa, agarraba el boligoma y abría cada paquete. A las figuritas las iba apilando y separaba las que ya sabía que tenia repetidas. Abría el álbum y pegaba las figus una por una. Le ponía pegamento prolijamente. Sepam los mas jovenes que antes no venían con auto adhesivo.

Las que estaban repetidas las ponía con las que ya había acumulado anteriormente. Y al otro día, ese pequeño pero hermoso piloncito, lo llevaba a la escuela. El recreo, de repente, se convertía en el mejor lugar del mundo para el intercambio.

Y si lograba llenar el álbum ya era un montón. Ni te explico esa felicidad. Bueno, no te la puedo explicar porque nunca me pasó.

Hoy en día, en los meses previos al inicio del mundial y con una selección argentina que ilusiona, el llenado del álbum casi que se termina transformando en una cuestión de estado. No sólo porque la compañía que los imprime no da a abasto con el abastecimiento, si no también porque el precio elevado del álbum y los paquetes de figuritas deja de lado a una buena parte de la población que no puede acceder a ese gasto. Me diŕan que no se trata de una primera necesidad, es cierto. Y tendrán razón. Pero en la mala, el soñar con un álbum lleno ayuda a evadir un rato una realidad que puede hacer daño.

Antes comprábamos paquetes a montones con los vueltos, hoy con el vuelto de una compra cotidiana, si es que te sobra un mango, apenas podés comprar un paquete.

Que el álbum y las figuritas vuelvan a ser para todos. Especialmente para los cuarentones que deciden compartir ese hermoso ritual con sus hijos, incluso aquellos (caraduras ellos) que los usamos como excusa.

Para estos últimos, a lo mejor, el álbum podría transformarse en el souvenir del mundial, sobre todo ahora que nos va a faltar por primera vez la preciosa y absolutamente necesaria revista El Gráfico.

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